Augusto Rubio Acosta (Chimbote, 1973)
Escritor, comunicador social egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y gestor cultural. Ha publicado tres libros de poesía y cuatro de narrativa, entre ellos su novela Fraga. Actualmente es director de la Biblioteca Municipal de Trujillo, integra el comité del Fondo Editorial Municipal de esa ciudad y es coordinador de La resistencia, laboratorio de proyectos de cultura.
Foto: Augusto Rubio Acosta
Composición: Lee Poesía
Los poemas aquí publicados pertenecen a El arte de remontar la zozobra:
última canción
aquí en el monte
tarde ante nuestros ojos
donde todo es gris desde entonces
incierto en adelante
el pájaro tabaquero me enseñó
que hay cantos que alegran la vida
canciones que hermosean la tristeza
que el alma del vuelo
y las aspiraciones verticales del espíritu humano
podrían permitirme conocer los misterios del viento
la ilimitada profundidad de los cielos
hay cantos, me dijo
con los cuales migrar visionariamente
el alma de los hombres
acceder a espacios estelares alejados del mundo sensible
apaciguar las penas
los dolores
alejado de la urbe y su ajetreo
las aves regresan al árbol donde moran
yo nunca he entendido su lenguaje
hoy lo intento porque inspiran lo que digo
porque me recuerdan el tiempo en que el mundo era nuevo
de honda afinidad entre pájaros y seres humanos
quizá deba morir ahora
asesinado a la distancia
desde la oscuridad
atravesado por lanzas
sin que nadie me desagravie
sin nadie que libere mi espectro vagabundo
errado
insatisfecho
quizá deban desmembrarme y arrojarme al barranco
donde florecen hoy la hoguera
los rencores fulminantes y el miedo
la náusea de mi infancia
el rojo parto
mi boca destrozada
la fructífera
la fraterna maldición
en las cavernas de la aurora
¿quién soy para abrir mis brazos hacia el cielo,
para mirar de frente al sol, a las estrellas, a las noches?
¿quién soy para beber la sangre que me baja de las sienes,
para explicarme ante tus pechos
tu pezón izquierdo
que todo el tiempo me definió
que hoy me asfixia?
¿quién soy ante el zarpazo de pétalos y lágrimas,
ante el abismo y las sábanas infectas de mi historia?
nada soy ante el miedo a la soledad
tu recuerdo insubordinado
el más insondable olvido
a cielo plúmbeo
llueve sin parar en el monte
llueve sobre lo que apenas existe
¿cuántos años, cuántas vidas transcurrieron
desde que sembraste en mi cuerpo
desde que estuviste dedicada a fortalecer mi corazón?
el pájaro tabaquero me ve ahogarme en el río de la ruina
leer para subsistir
andando selvas
pensar para estar en ella
amando el sol
ayunar para fortalecerme y encender los sueños
transformar la materia sensible
fumar el cigarro que contiene mi energía
la herencia de mis ancestros
el humo sagrado
cada recuerdo
regreso a la ciudad
me niego al ordenamiento de la existencia
la fuerza primigenia de tu canto me acompaña.
las psíquicas facultades de la noche
he caminado la avenida los incas de cabo a rabo
intentando recordar la época en qué entendí el significado del mañana
te he buscado en los arbustos
en las ramas
en el silencio de los tugurios
en los ojos cerrados de tus tardanzas
el ir y venir a la deriva por los hondos bordes de una atmósfera ominosa
me enrostra la angustia
la indagación de mi oficio
el asedio a la realidad vivida
la tensa alambrada en la azotea de la existencia
he caminado y te he visto en todas partes
en los escaparates
en las alfombras de estrellas
en la mano al viento de los cobradores
en el susurro de los perros tiernos que nunca entendí
jamás supe cómo cantar la sensibilidad de nuestro tiempo
mi lenguaje lo aprendí de la noche
de los vendedores de hierbas y enciclopedias
de orégano y sangre de grado
en los temblores de mi pecho
habita el dolor de las emociones
lo que no tengo de mí
el nombre completo de las cosas
atravesando ghettos y cenizas
ferias de vasitos de maíz y de bizcochos de chancaca
la ciudad indeleble se sumerge en la garúa
felizmente tu recuerdo es el motor de la noche
que me impulsa a caminar mientras tenga manos
a pensar mientras tenga piernas
a llorar mientras tenga hombros y antebrazos para abrazarme
banderitas y cartuchos brotan de mi pecho mientras hablo
mientras indago
mientras busco
mientras canto
mientras muero.
puerto eten
hubo un tiempo
en que mis palabras fueron vanos fragmentos
y balbuceos a la hora de registrar sonidos
un tiempo en que el contemplar el ir y venir de la historia
poblada siempre de grandes y oscuros cielos
fue una mayúscula catástrofe celeste
tan parecida al amor
a la vida a la muerte
a ese océano mudo donde se puede pescar sin límite
el insondable estornudo que a uno siempre lo acompaña
hubo un tiempo de luz pero también de sombra
y madrugadas en que era imposible distinguir
si estaba atado al escritorio o a la silla
caminando sin tropiezo entre la nada y la materia
atravesando el mar los accidentes geográficos
las matemáticas los números
todo aquello que se ocupa de la música
hubo un tiempo
en que nada me decían mis palabras
y entonces recurría a la cajita de fósforos donde duermo
para incendiar tanto silencio
a la almohada donde rasguñaba historias
que hablaban de los fondos mutuos
de los valores de cuota y rentabilidad de la vida
yo nunca supe de commodities
de tasas de interés
ni indicadores bursátiles
la misión que tuve siempre en la vida
fue defender nuestra luna
el cielo las nubes las estrellas prostitutas
la alegría que a pesar del cemento y la mierda
brota como reclamo
de lo más profundo de la tierra
yo nunca supe
de bonos soberanos y corporativos
lo mío fue despertar siempre a medianoche
con el pijama lleno de luces
y el cigarro inexistente encendido
los míos fueron siempre versos pálidos e inútiles
el rock & roll y un viejo tocadisco
la camisita que tengo puesta
y mi catre de madera
el color de la libertad
tu sonrisa
hubo un tiempo
en que la hecatombe
la distemper y la pena
se apoderaron una vida de mi patria de palabras
pero de pronto descubrí
que felizmente todavía me polinizo en el viento
y discuto a solas con mi propio diccionario
descubrí que aún creo en la alegría de mis muelas
que muchas veces no se dan por aludidas
que aún confío en mi guitarra
en las canciones que nunca termino
¿qué sería de mi si este mar no existiese y no se pareciera a la muerte?
¿qué sería si este puerto no me recordase que estoy vivo
y hay que aprender a temblar?