En esta nueva entrada de Lee Poesía compartimos 6 poemas que integran el libro Contrabajo y huesos (Paracaídas editores, 2014) del poeta Aarón Ormeño Hurtado. «En Contrabajo y huesos, Aarón Ormeño Hurtado entiende la relación entre cuerpo, deseo y muerte como el estado propiciatorio para la escritura del poema, el texto como una forma visible de la dispersión del cuerpo en sus partes, pero también el documento que contenga la posibilidad de su unión, la confianza de no desaparecer», se lee en la contraportada del poemario, que consta de tres secciones: La música de los órganos, El silencio de las pestañas y Las líneas del cuaderno azul.
Ormeño (Lima, 1983) estudió en la Escuela de Periodismo Jaime Bauste y Meza. Ha trabajado en varios medios de comunicación de Lima y participa de diversos proyectos audiovisuales.
*Es importante mencionar que la publicación de estos textos cuenta con la autorización del autor.
Foto: Facebook/ Lee Poesía
La muerte del amor
El amor ha muerto
de un canibalismo autocomplaciente
(pero tengo un amigo poeta
que dice que el amor siempre resucita).
No se entregan ramos de palabras exactas
ni se deshojan las neuronas,
el universo es demasiado incomprensible
para un simple hombre.
El amor a veces no cabe en el corazón venoso,
el pecho a veces se quiebra en silencio.
Si hubiese sembrado en las nubes una rosas
la lluvia de espinas caería buscando calor de tierra.
La explicación de lo absurdo
es el eco prisionero que fallece en un pozo.
Antes del final
El amor no es eterno, pero podemos morir antes de que
termine.
Y me sentí bendito porque descendió una veraniega garúa
cuando caminaba por Lima. Alrededor varias parejas esmaltaban sus besos.
Los paraderos se llenan y nadie sabe que las carrozas de
la muerte también entran a las playas, a las iglesias, a las
cantinas, y no importa si hay escaleras.
Las parejas retozan y filtran lo que se mueve en sus
corazones. Pura sangre sobre la cama. Funden sus sonrisas
y sus ombligos. La vida a veces te hace sentir especial.
Pelícanos y palomas
Un raro día la suerte apareció,
fue como arena seca que cae del zapato
luego de correr por la playa
una noche de tibio otoño.
La suerte brillaba más que los ojos del felino
tras varios días de hambre.
Aprender está en los libros,
en el suelo y en las costras.
Espero que un paracetamol, un jugo de mango
y mirar a mi gato amarillo
curen el dolor de cabeza.
Los pelícanos del Callao y las palomas de Lima
también esperan la suerte para comer algún desecho.
Por ahora espero que un café entibie al corazón
(manzanilla para calmarlo).
Bostezo de la avenida
La avenida bosteza y su aliento es el perfume de una
trabajadora sexual que en el paradero espera retornar
a su lecho.
Dos transexuales caminan abrazados. Hablan de amor
fugaz en las pestañas. Arrojan desde sus barrigas las luces
que tragaron en la madrugada. La avenida estornuda
vehículos.
El emoliente calienta la barriga. Algunas personas de
ánimo vegetal y pensamiento carnívoros se pierden en
el humo de la pista.
En las nucas de todos se mezcla agua, tierra y bolsas de
plástico. La mujer del paradero ha sido abrazada por otras
miradas. Regresó a sus sábanas con todo su cansancio.
La poesía
Los poemas son como los vouchers,
se borran con el tiempo
y son irreconocibles.
Poner la poesía sobre un papel
es enjaular a un pájaro.
Felicidad
La humanidad puede expresar
cierta felicidad inclusive en las
situaciones más vulnerables.
Somos rehenes de nuestras pretensiones,
sonidos, humedades, complacencias y esperas.
Parte de los días es generar basura
y alejarla de nosotros.
Mañana, noche, hoy, música, baile,
gente que fabrica sudor, poco oxígeno
y al parecer felicidad en discotecas
donde brillan entre iluminaciones eléctricas.
Todos brillan hasta agotar su luz,
intentan ser ángeles de suburbio.