Por Valeria Román Marroquín
Para hablar sobre «un sonido amarillo», de Rosa Granda, quisiera comenzar por volver a «Torschlusspanik», su primera publicación. Esta vuelta hacia el primer poemario no tiene que ver mucho con un asunto de continuidades, es decir, no tiene que ver con identificar un proyecto en la obra publicada por Granda ni buscar hilos o tropos temáticos de los que nos podríamos servir para decir algo con respecto a «un sonido amarillo». Hacia el 2016, los comentarios alrededor de «Torschlusspanik» se dirigían hacia la naturaleza del discurso poético, de los elementos que se servía el ensamblaje que Granda despliega entre filosofía, psicoanálisis, semiótica. Es decir, la dilatación y conjugación de estos, no como una construcción narrativa, sino como una experiencia estética. Quiero decir con esto, que en contraposición a lo que se nombra como «tradición» respecto a la poesía de este espacio geográfico –son palabras grandes, ciertamente–, esta escritura se abre hacia otra veta. «un sonido amarillo» es un poco esto que estoy diciendo, sí, pero no es exactamente lo mismo.
Si hay un elemento en «un sonido amarillo» que voy a explotar para hacer este comentario al poemario de Granda, es el intercambio entre un flujo de pensamiento continuo y la pura construcción de las imágenes que habitan en sus páginas. Precisamente la cita de Vertov que abre el poemario es un gran punto de referencia para iniciar la navegación de la escritura en forma de montaje. No funciona, claro, como el cine-ojo comunista, que tiene una pretensión de develar el contenido de verdad del mundo y sus imágenes, desprendiéndose de la estructura burguesa que ordena la experiencia del mundo y su concretitud sobre los trabajadores. Pero la lógica del montaje está ahí: descomposición y recomposición, no para observar «tal y como es», sino servirse de todas las mediaciones y asociaciones posibles, es decir, servirse de su proceso («disposición para los ejercicios caseros aptitud actitud para la remoción de escombros»). Y Granda se sirve de este proceso con bellos momentos de cierto canto lúdico y lúcido que encuentro perturbador («la mente es un lugar de paso / no / no de paso de búsqueda»). Y digo esto porque una primera impresión nos podría condenar a esta mentada necesidad de mirar detrás del telón, saber de qué se trata todo esto, otorgarle un significado legible. No es necesario condenarse. Más bien, yendo hacia la inversa, «un sonido amarillo» es eso detrás del telón, son los engranajes crujiendo y las cintas sin revelar.
Hay, ciertamente, elementos y referencias cultas, que, voy a insistir, son tal vez una dimensión más del libro en forma de collage que acompaña toda su composición, y no como una especie de médula o hilo conductor. Quisiera agregar, además, que Granda no nos entrega un libro en el lenguaje de los ilustrados, más bien parece ser un instrumento y también una mímica para hablar de un tipo de belleza heterogénea, particular en cada escena o texto ante el cual somos espectadores. Es una escritura cerebral, sí, pero también abunda una experiencia táctil, sensorial, casi sensual encontrándose con un flujo que parece no bastar, o parece no agotarse, que tampoco es uniforme. Todo lo que he dicho no creo que le haga justicia a lo latente en «un sonido amarillo», con esto quiero decir, las posibilidades que la escritura de Rosa Granda nos presenta aquí no se agotan.
Valeria Román Marroquín (Arequipa, 1999)
Cursa estudios de Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios «feelback» (Poesía Sub25, 2016), «Matrioska» (Fondo Editorial APJ, 2018), «Triza la luz» (Meier-Ramírez, 2020) y «ana c. buena» (La Balanza, 2021) además de las plaquetas «kriegzsustand» (auto-editado, 2017) y «angst» (Fondo Editorial PUCP, 2018). Ganadora del Premio Nacional de Poesía José Watanabe Varas 2017 y del Premio Luces 2018 con la mención a Mejor Libro de Poesía.
Rosa Granda Valderrama (Lima, 1983)
Fotógrafa y escritora. Publicó su primer poemario «Torschlusspanik» con Perro de Ambiente Editores (Lima, 2016) y con Ediciones Liliputienses (Cáceres, 2017). Su segundo poemario «Un sonido amarillo» se publica en la colección del Álbum del Universo Bakterial – AUB (Lima, 2021). Participó en diversos encuentros y recitales entre los que destacan el Festival Internacional de Poesía de Rosario – FIPR, edición 25 (Santa Fe, 2017), “Enero en la Palabra” –Festival de Poesía del Sur Andino (Cusco, 2018) y el Recital Amplificado de Ciclotransmisor (Lima, 2021).