Segundo manifiesto del Comando Plath: El yo lírico aullará mientras viva en un país de violadores

Segundo manifiesto del Comando Plath.

Un poema traducido por la poeta Berta García Faet sirvió de inspiración para el segundo manifiesto del Comando Plath. Se trata del texto «El ‘yo’ lirico va en coche a recoger a sus hijos del cole: poema a la moda postconfesional«, por Olena Kalytiak Davis. Así nació «El yo lírico aullará mientras viva en un país de violadores», un poema comunal donde el yo lírico del CP «poetiza» los deseos, alegrías y frustraciones con respecto a lo que el otro nos hace. Esta vez, el manifiesto está dedicado a una mujer que fue violada cuando trabajaba como empadronadora durante el Censo 2017 en Perú. (Foto: Victoria Guerrero)

EL YO LÍRICO AULLARÁ MIENTRAS VIVA EN UN PAÍS DE VIOLADORES

El Yo lírico se cansó de esperar y ahora aúlla y ladra.

El Yo lírico está harta de cuotas en eventos artísticos.

El Yo lírico quiere: 1) Un conversatorio de Literatura Peruana donde se invite solo a mujeres, y que ningún hombre se ponga histérico, porque para ellos habrá un Congreso de Literatura escrita por hombres. 2) El Yo lírico considera que basta con un hombre por mesa para ser políticamente correctos, y que agradezcan por ese acto de justicia.

El Yo lírico es dialéctico en ese sentido.

Aunque el Yo lírico está hasta el copete de que los otros yo líricos le exijan coherencia.

El Yo lírico quiere escribir sobre todo lo que le dé la gana y que no le pregunten: ¿por qué no hablas del cuerpo? o ¿por qué solo hablas del cuerpo?

El Yo lírico mostrará los dientes la próxima vez que le digan “poetisa”.

El Yo lírico se cansó de leer los mismos nombres en las enciclopedias. Ha decidido borrar de los viejos diccionarios todas las palabras que volvieron invisible su presencia.

El Yo lírico dice: Papi, ya no, ya no me sirves zapato negro, he tenido que matarte como Silvia con la impureza de mi lengua materna.

El Yo lírico opina que si no entendiste lo que dijo, no entendiste; y si no te gusta lo que dice, no te gusta; pero basta de respuestas condescendientes para ver si te liga “alguito”.

El Yo lírico tiene derecho a la histeria sin que se lo restrieguen en la cara.

¿Y si el Yo lírico fuera la gota que rebalsó el vaso?

El Yo lírico ríe cuando creen insultarla al gritarle ¡feminista!

El Yo lírico piensa en Tu cerebro de porcelana.

El Yo lírico recuerda que tiene que comprar leche mientras lee un poema en el Metropolitano.

El Yo lírico quiere hacer lo que los yo líricos hacen cuando dominan la situación.

El Yo lírico no tiene que demostrarte qué buena es en el texto ni en el telo.

El Yo lírico es “gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente /raquítica / potona / ojerosa” y qué.

Pero el Yo lírico siempre tiene que demostrar lo que no es.

El Yo lírico está cansada de que le digan cómo hacer las cosas “bien”.

El Yo lírico quiere ardientemente saber si tiene que hacerse la tontita para ganarse el corazón de un hombre y que este a) no se sienta amenazado b) no haga del sexo / del amor y de la inteligencia un juego de suma negativa.

El Yo lírico desea dejarse los pelos de las axilas y de las piernas y que no le pregunten.

El Yo lírico tiene arrugas, hondas arrugas, y desearía desearlas.

El Yo lírico mea y caga y no es una señorita ¿ok?

El Yo lírico va a parar YA de reír de vuestras bromas/indirectas/piropos/ baboseos por educación y por vergüenza ajena.

El Yo lírico está hasta el coño de fingirse bonita y sexy y delicada.

El Yo lírico es chola y es arrecha y es inteligente y es sudaca, y a veces, es sentimental y pequeño burguesa.

El Yo lírico se procura placer ella misma y no siente culpa ni vergüenza.

El Yo lírico se regodea en la inmensidad gozosa de su cuerpo, no necesita de intermediarios.

El Yo lírico quiere irse a beber y que no la jodan hombres sinuosos en la mesa de al lado. No está sola, está consigo misma.

El Yo lírico se divierte, canta desde temprano, orina sin vergüenza, come todo lo que le gusta, ensucia, hace líneas caóticas y no deja que le digan cómo hacerlo bien.

El Yo lírico piensa que el juicio de alimentos no puede ser parte de la higiene mental, enviudar sí.

El Yo lírico escribe pinturas ingenuas como “una bella pájara hornera”, exorciza a la madre “mil veces violada y siempre virgen” o escribe nutriéndose del plato de lentejas de la muchacha mala de la historia —si le da la gana—-.

El Yo lírico desahucia los yo no líricos que le quieren atribuir.

El Yo lírico está harta de que le digan “no salgas tarde de clase”, “no vayas por ahí sola”, “no seas voluntaria”, “no denuncies”, “mejor, quédate callada”.

El Yo lírico, a veces, también es una loca de mierda y esto la tiene sin cuidado.

El Yo lírico es instruida por charlas de “agresores sanos” que la arrastran de los pelos por calles y escaleras. Piensa que es un poema expresionista, algo así como el grito de Munch  ?.

El Yo lírico se hace nosotras, a menudo, y sabe rico.

El Yo lírico es miope, pero ha despertado. Se lo dice a sus camaradas, entonces, ellas se levantan y ladran. El Yo lírico se levanta y ladra. Le oy ociríl ah odatrepsed. ¡Ardal, ardal, ardal!

El Yo lírico recoge la rabia de nuestras abuelas.
El Yo lírico NO se presta para lavar caras sucias.

El Yo lírico “no pone la otra mejilla, pone su coño, compañerx”, y su rabia.

El Yo lírico ha perdido los cabellos en la vereda por donde todos caminan/ un puñ[ocerr]ado de cabellos que ahora recoge/ para tejer su poema.

(Para mi agresor sano): El Yo lírico escribe sin miedo: Me voy de la casa/Me voy de la casa/Me voy de la casa/Y aunque el Estado no responda/Y aunque el Estado no responda/Y aunque el Estado no responda/Yo seguiré tocando esta puerta/Yo seguiré tocando esta puerta/ Y me iré de la casa.

Porque el Yo lírico puede decidir “irse con otrx” sin firmar su sentencia de muerte en manos de un hijx sanx del patriarcado.

El Yo lírico no perdona ni a los tuertos ni a los muertos.

El Yo lírico le aúlla al Estado cómplice “fui violada y no me silenciarás ni con uno, ni con dos, ni con mil soles…”  ?

El Yo lírico se organiza para escupir la mordaza.

El Yo lírico ha sacado las garras y ruge.

El Yo lírico sueña con la utopía de las medusas y llena el buche de rabia, porque ya se cansó de ladrar sola y ahora aúlla que podemos ser malas y seremos las peores.

El Yo lírico le escupe al Poder y exige la muerte del Patriarcado.

El Yo lírico decide partirte los dientes de un derechazo, enterrarte entre papeles de oficina, quemar las iniciales de tu nombre, olvidarte en un descampado y decir que te lo mereces.

El Yo lírico sobrevive en un país de violadores hasta que le toque a ella también.

El Yo lírico se cansó de esperar y ahora aúlla y ladra y muerde.

Pero el Yo lírico peligra.

Y “al tercer día de los sufrimientos/ cuando se crea todo consumado… ha de volver. ¡Y no podrán matarla!”.

COMANDO PLATH, Lima, 24 de octubre de 2017.

[Este es el segundo manifiesto del Comando Plath y está dedicado a una mujer violada en el ejercicio de su trabajo. El Comando Plath exige la aplicación de una educación desde la perspectiva de género como política estatal ahora. El CP surge del hartazgo. Hartazgo de ser estereotipadas, hartazgo de ser invisibilizadas, violentadas y ridiculizadas]