Raúl Zurita: “Ningún poema es poema si no puede ser recitado frente al mar en voz alta” | Entrevista

Entrevista a Raúl Zurita. Raúl Zurita. Foto: Lee Poesía

Por Juliane Angeles Hernández
Fotos: Lee Poesía

Raúl Zurita escribe un mensaje desde su computadora. Su oficina es transparente, como las que la rodean. La puerta está abierta. Le doy dos toques. Me reconoce. Me invita a pasar. Nos saludamos. «Teclear se me está haciendo cada vez más difícil», dijo en una entrevista que le hicieron en abril de este año. Me intranquiliza que mi presencia lo obligue a apurarse. Zurita sufre de Parkinson desde hace años. Me pide que le dé unos minutos para terminar de enviar el mensaje. Claro, no hay problema, le digo. Tomo asiento y saco de mi mochila tres cosas: una libreta, una cámara de fotos y un celular, que hace las veces de una grabadora. Su oficina se encuentra en la Universidad Diego Portales, donde se desempeña como docente de la Escuela de Literatura Creativa.

He llegado hasta allí para preguntarle, entre otras cosas: ¿Qué pasa si olvidamos? La pregunta es similar a la que se lee en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, ubicado en Santiago de Chile.  Está escrita en un muro donde los visitantes han dejado sus respuestas, frases y dibujos. No hay mucho que pensar. Raúl Zurita es contundente. «Es imposible el olvido, aunque queramos olvidar», responde.

Me interesa saber lo que piensa sobre la condena que han recibido los militares en retiro por el homicidio de Víctor Jara, después de 45 años. Las palabras del Premio Nacional de Literatura de Chile son estremecedoras. Suenan como un poema desolador: «Asesinar a un hombre no es matarlo una vez, es matarlo infinitas veces. Es matarlo en todos los lugares de la tierra. Es matarlo en cada lugar que pudo estar y no está».  El dolor no cabe en las palabras y Raúl Zurita sabe que la poesía puede traspasar el papel, si quiere. Pienso en los poemas que escribió en el cielo de Nueva York o en los 22 versos que planea proyectar en los acantilados de la Costa norte de Chile. Ahora prepara un «último proyecto», que en realidad no es el último. En tanto, la relación con su país parece resumirse en un sueño adolescente que nunca fue.

Entrevista a Raúl Zurita
Raúl Zurita en su oficina de la Universidad Diego Portales. Foto: Lee Poesía

Usted ha dicho que la patria se construye a partir de algunos recuerdos, situaciones o lugares. ¿Cómo es su patria?

La recuerdo como una mezcla de sentimientos encontrados. Contradictorios. Recuerdo cosas que he echado de menos, que ya están seguramente perdidas para siempre. Un cierto humor, una solidaridad, un cierto sueño. Todo lo que soñé que sería Chile cuando era adolescente nada de eso fue. Todo lo que imaginé que surgiría después de la dictadura de Pinochet no fue. No fue nada de lo que soñé. Mi patria, mi país está hecho de derrotas, decepciones y de vuelos de amores y poesía, como relámpagos, por ratos.

¿Siente que ha logrado volcar todos esos recuerdos en la escritura?

Sí. Creo que está, porque la poesía quiere, no porque yo quiera. Es que a diferencia de los otros géneros, la poesía tiene autonomía. Ella decide, dónde, cuándo y con quién.

¿No siente al Chile de ahora como su lugar?

Exactamente. No lo siento como mi lugar. Al mismo tiempo, no es que los otros lugares, tan bellos, de otros países, con historia, no me parecen maravillosos. Son pequeños jardines que uno está acostumbrado a mirar de lejos. Este no es mi lugar, pero no sé dónde estaría ese lugar. Ese no lugar es mi país.

¿Cómo tomó la noticia de la condena a los nueve militares en retiro por el homicidio de Víctor Jara, después de 45 años?

Lo tomo con dolor y con un sentimiento de alegría, pero más con dolor. Con el verdadero sueño -imposible- de que lo que ocurrió en Chile nunca hubiese ocurrido. Todo es doloroso. Asesinar a un hombre no es matarlo una vez, es matarlo infinitas veces. Es matarlo en todos los lugares de la tierra. Es matarlo en cada lugar que pudo estar estar y no está. Es una monstruosidad. Es una aberración. Yo creo que el sistema, en un momento, se desvía y parte mal. Estamos construidos sobre la razón y en un momento dado el pensamiento se desvía. Tomas un rumbo y ese rumbo es el mundo que estamos viendo. Algo está equivocado.

Condena por crimen de Víctor Jara
La nota de La Tercera sobre la condena a exmilitares por el crimen de Víctor Jara.

La lengua que hablamos se impuso sobre otra. Se impuso a sangre y fuego. El hecho de que nosotros hablemos español significó el holocausto más grande de la historia.

Ese dolor es tan grande que rebalsa la escritura. Pero usted dijo alguna vez que a través de la escritura se puede reinterpretar a los muertos.

Cada uno tiene un memorial de difunto. Al hablar, no es solamente uno el que habla, son todos los que han hablado antes de ti los que hablan. No somos uno, somos un torrente de difuntos. El océano es la lengua. El océano resucita a los muertos. Pero nosotros hablamos un idioma que comenzó después de la llegada de Colón. La lengua que hablamos se impuso sobre otra. Se impuso a sangre y fuego. El hecho de que nosotros hablemos español significó el holocausto más grande de la historia. No solo por cuestiones de guerra, sino por el cataclismo psicológico que significó el verse sometido. Hablamos una lengua que carga en su memoria, con todas sus palabras y letras, la historia de la violencia. La primera víctima es el primer Túpac Amaru. No dice que es Túpac Amaru, pero en los últimos testimonios de la Historia del Perú se relata la muerte simbólica del posible descendiente al trono inca que es ajusticiado en la ciudad del Cusco. Hay un desfile. Lo van a ajusticiar. Un pregonero va adelante enumerando las razones por las que este inca merece morir. También hay un fraile, al que le pide que le traduzca, porque no entiende. O sea, el inca no entiende las razones que le están dando para matarlo. No entiende las razones por las que debe morir. No entiende la lengua. Eso es bien impresionante, porque todos nos morimos por razones dadas de una lengua extranjera. Nadie sabe por qué tiene que nacer y por qué tiene que morirse. La razón es tener una lengua que no entendemos. Túpac Amaru no sabe hablar castellano. Es la primera víctima simbólica de la lengua. Entonces, la poesía registra eso. En Trilce, de [César] Vallejo, hay muchas cosas. Los poemas de Trilce, antes que nada, son palabras que están como encerradas. Las palabras de Trilce chirrían. Los poemas son como cuerpos encerrados. Cuerpos que están puestos en posiciones de tortura. Vallejo recoge, como nadie, esa habla fracturada. Está hablando en una lengua que ama y detesta, a la que le tiene rencor. Eso está registrado en Trilce. Después viene [Pablo] Neruda. A diferencia de Trilce, en Neruda, cada palabra baila, danza. Neruda muestra la imagen de un idioma liberado, que ya se ha reconciliado con sus víctimas, finalmente en paz con sus muertos, por eso canta. Entonces, en la poesía hay cosas que no controlamos. Los griegos creían en las musas. Las musas son una expresión que nos da risa, es una cosa machista, pero no hay una explicación. Tú me preguntabas si siento que eso se ha volcado en mi poesía y yo también puedo caer mal en términos de mi poesía. No lo sé, tal vez. Yo he sentido que sí. Si me preguntan por qué borraste la palabra hombre y pusiste la palabra mujer o por qué cambiaste la frase final, no lo sé. Es un impulso. ¿Quién dicta eso? ¿Quién se acerca y ocupa tu cuerpo para expresarse de una forma que nunca lo harías en tu vida normal? Es tan poco lo que uno maneja. No es un dictado en un sentido romántico. Es sin dios. En las religiones, sobre todo en las monoteístas, la verdad es la mentira más peligrosa. En nombre de la verdad se mata y se muere. Entonces, en nombre de la poesía tú no puedes tocarle una pestaña a nadie. La poesía no tiene que ver con la verdad y la mentira.

El amor te pone fuera del lenguaje. Las palabras no alcanzan ni a nombrarlo.

¿Y qué pasa si olvidamos?

[Recita unos versos de su poema «Pastoral de Chile»] «Y ella llorando decía: / “Nadie me quiere y mis hijos me han abandonado)’ / Pero ¿quién podría dejar de querer / al niño que cría / o abandonar al hijo que alimenta? / Pues bien, aunque se encontrase a alguien / que así lo hiciese / ¡Ellos nunca te abandonarían a ti!» Es imposible el olvido, aunque queramos olvidar.

“El amor es lo que te salva de la angustia de la muerte” ¿Sigue pensando que es así?

Si fuéramos inmortales el amor no sería necesario, porque tendríamos todas las posibilidades, todas las oportunidades. Los dioses griegos son inmortales. Aman, tiran y se ponen los cuernos. En ellos todo es muy sexual. Se acuestan con mortales, con ninfas, con animales. Tienen toda la eternidad. Ahora, hay otra cosa, en el amor tú ya no eres tú, ni el otro es el otro. En ese momento ya no son necesarias las palabras, los te amo, los te quiero, los te adoro, porque el amor te pone fuera del lenguaje. Las palabras no alcanzan ni a nombrarlo. Si volvemos al lenguaje, las palabras nos salvan del caos, nos salvan de lo infernal de lo no nominado. Pero el precio es que dentro de las palabras nunca vamos a ser felices.

Cuénteme sobre “el último proyecto”.

Estoy cerrando cosas. Tengo un último proyecto y un último poema.

¿Por qué nombrarlo «último»?

Porque es una estructura. Todo lo que he hecho finalmente es una estructura. Y la última escena de la película no necesariamente va a ser filmada al final. Si algún día se reuniera lo que a mí me ha tocado hacer, eso sería lo último.

La respuesta frente a la muerte es lo que llamamos el poema.

Raúl Zurita docente

Yo llegué a la docencia por casualidad, porque no tenía nada. Nunca estudié Literatura. Puedo decir que, dentro de todos los oficios que he tenido y las cosas que me ha tocado hacer en esta vida, es lo mejorcito. Me siento afortunado con este trabajo. No me refiero a esa maldición que le llaman trabajo, que viene de la palabra tripaliare, que significa tortura. Agradezco que haya sido esto.

Los jóvenes y la poesía

Están surgiendo poetas impresionantes, sin embargo, los medios tienen la universalidad, pero no el prestigio. No provoca la misma sensación de aplomo estar en un lugar como la poesía. Hay un divorcio entre los poemas y la masividad. Por otro lado, los poemas copan las redes. Entonces, estos poetas son gigantescos, como Héctor Hernández Montecinos o Ernesto Carrión, por ejemplo. Lo que no veo es cómo van a subsistir, cómo van a ser escuchados.

El poema

La primera respuesta frente a la muerte es lo que llamamos el lenguaje. O sea, la respuesta frente a la muerte es lo que llamamos el poema.

Canto a su amor desaparecido

En 2011, leyó «Canto a su amor desaparecido» frente al Memorial del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político. Su lectura fue registrada en video y, posteriormente, publicada en YouTube. Hay algo que me llama fuertemente la atención de ese video: la gente que pasa. ¿Recuerda cómo fue ese día?

Hacía mucho frío. Es lo que más recuerdo. Me interesa eso que dices sobre la gente que pasa. (¿Qué sensación te da? me pregunta. De dolor, respondo. La gente pasa como si nada, me dice. Sí, le digo, y asiente) Yo no lo dirigí ni nada, pero si me dejó pensando esa gente que pasaba. Ahora, el único gran poema sería que ese poema nunca hubiera sido escrito. Eso significaría que lo que dice nunca sucedió. A mí me impresiona que esté grabada esa frase en el memorial (Todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas, al mar, a las montañas). Me dicen que es un honor, pero es un honor muy triste. Yo me acuerdo de lo que fue escribir “Canto a su amor desaparecido” y me acuerdo cada vez que lo leo. Sé que ahí están expresadas cosas muy hondas. Es raro lo que digo, pero cuando lo leo siento que me conecto con la gente que lo escucha. Leo este poema en Eslovenia -que ha sido traducido al esloveno- en un auditorio lleno de personas y cuando termino de leer la gente está llorando. Es fuerte, desolador y, al mismo tiempo, sediento de amor. Me he dado cuenta que también es fuerte en Alemania y Hong Kong.

Ningún poema es poema si no puede ser recitado frente al mar en voz alta.

¿Siente que esto le ocurre con este poema en particular?

Antes me ocurría con otro, con “Pastoral”. Ahora me ocurre con este. Yo creo que un poema no tiene otra posibilidad que ser extraordinario. No tiene otra posibilidad. Ningún poema es poema si no puede ser recitado frente al mar en voz alta. Esto no tiene que ser necesariamente “La marcha de los Nibelungos”. Estoy en una especie de disociación. Siento que yo soy otra cosa y la poesía otra.

¿Por qué llega a esa conclusión?

Porque la poesía es algo que se apodera de ti. Te hace hablar en una lengua extraña. Yo no sabía que iba a escribir “Canto a su amor desaparecido”. Entonces, la poesía es puro futuro. Tú no tienes idea de lo que vas a escribir, hasta que no lo estás haciendo.

¿Le gustaría agregar algo más?

Quisiera mandar saludos, como en la radio, a (Miguel) Ildefonso, (José Antonio) Mazzotti, (Mario) Montalbetti, Victoria Guerrero, Roger Santiváñez, Andrea Cabel y Domingo de Ramos.

¿Guarda buenos recuerdos de Perú?

Siempre tengo muy buenos recuerdos de Perú. Me encantan como bailan. Me encanta la música peruana.

Terminamos la entrevista a tiempo. Zurita no estudió Pedagogía ni Literatura, pero tiene vocación de maestro. Lo saben sus alumnos que lo esperan en el aula 507. Todavía quedan algunos minutos para que inicie la clase. Una vez en el aula, el poeta pedirá que se repartan los poemas del día. Luego empezarán las lecturas y los comentarios. En medio de la discusión soltará: «El poeta debe fingir el dolor que en verdad siente», pero antes proyectará un video de la cantante estadounidense Janis Joplin para hablar sobre el ritmo y la intensidad.

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