Todos los haikus de ‘Temporada de lúcumas’ de Alonso Belaúnde Degregori

Alonso Belaúnde Degregori. Alonso Belaúnde Degregori. Composición: Lee Poesía

En esta nueva entrada de Lee Poesía compartimos los 27 haikus que integran el poemario Temporada de lúcumas (Hanan Harawi, 2016) del poeta Alonso Belaúnde Degregori. Es importante mencionar que la publicación de estos textos cuenta con la autorización del autor.

Belaúnde, quien dedica el breve libro a sus abuelos, cree «que no hay nada que escape al paso del tiempo». De ahí lo «breve y efímero» del haiku. «El escritor de haikus no se lamenta por este cambio indetenible; más bien, lo celebra», apunta en la introducción.

Belaúnde (Lima, 1991) Es bachiller de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Pertenece al grupo de estudios de literatura japonesa Nikutaigumi. El mismo año que apareció Temporada de lúcumas, publicó Río Javier Prado con Plecto Editores. En la actualidad realiza una tesis de licenciatura sobre el haiku en la poesía de Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox.

Foto: Facebook/ Lee Poesía


Temporada de lúcumas

El secreto para leer un haiku reside en poder imaginar de manera vívida el momento exacto en que fue escrito. Para ello debe entenderse que este no es un ejercicio intelectual abstracto –una persona que escribe en su hogar, imaginando escenas-, sino la expresión espontánea de una experiencia vivida.

Hasta cierto punto, siempre se trata de lo mismo: un elemento de la naturaleza se presenta de tal manera que hace tangible el paso del tiempo. El instante que evoca un haiku –el momento más breve y efímero– nos hace patente la verdad más difícil de la existencia: que no hay nada que escape al paso del tiempo.

Todo instante es siempre diferente, ya que toda percepción de lo que nos rodea o de nuestro interior siempre varía en torno a una mirada de condiciones sujetas al tiempo –los colores, el clima, el ánimo, la estación, la fuerza del viento e incluso cada hoja de un árbol-; en esto descansa la singularidad de cada instante de nuestra existencia.

El escritor de haikus no se lamenta por este cambio indetenible; más bien, lo celebra. Cada momento de la existencia puede llegar a ser estimulante, significativo o bello, dado que todo momento muestra la apertura infinita del ser humano hacia el mundo, el campo ilimitado de la existencia.

El hondo aprecio por esta verdad y su asimilación gradual llevan a superar las infranqueables certezas de la vida, que giran en torno a la pérdida de todo lo que el tiempo se lleva. El haiku pone de relieve la otra cara de la pérdida, que es la maravilla ante lo existente. Por ello, el haiku es expresión de una constante mirada a la realidad; una espiritualidad basada en la atención al presente.

La amplitud de esta práctica templa el ánimo y permite llevar una vida más sosegada, lúcida y en constante atención hacia que nos rodea; lo cual, en el fondo, es un profundo agradecimiento por el simple hecho de existir. Toda tarea, por más desafiante que sea, resulta más fácil de realizar desde una conciencia saludable.

Un primer y renovado contacto con la naturaleza, a pesar de vivir dentro de una ciudad, es la vía más rápida a esta comprensión. La naturaleza, siempre en movimiento acorde a los ciclos del mundo, es una fuente inagotable de sorpresa y admiración. El ser humano se reconoce en sí mismo cuando se reconoce en ella: entiende así lo más circunstancial y lo eterno.

El secreto para escribir un haiku, por lo tanto, está en notar atentamente lo que nos rodea y descubrir, en la naturaleza, destellos del tiempo. Recordemos que el maestro Bashō afirmaba de manera sencilla que haiku es lo que está pasando aquí y ahora.

Lima. Otoño, 2016

*

el inmenso ombú

da sombra en el parque.

tarde de otoño

*

tres lirios.

-en la niebla nocturna-

cuatro lirios

*

leve mañana:

una hoja cae girando

sobre mi mano

*

luz de faroles.

en las hojas del enramado

líneas doradas

*

-tarde rosa-

los geranios al tacto

son más rojos

*

días para mayo…

la sombra en calma

de las ramas

*

viento de otoño-

el lúcumo y la higuera

estrechan sus ramas

*

reflejos de otoño:

he vagado toda la tarde

por el estanque

*

cielo cubierto:

sombra de bosque

en san borja sur

*

¿será jazmín?

entre amigos riéndonos

en luna llena

*

parras de calabaza:

la libélula se balancea

sobre una hoja

*

gratitud ligera;

por el sendero a casa

hay libélulas

*

tres aves blancas

cruzan extraviadas.

la media luna

*

lúcumo frondoso:

de tanto cansancio

ha botado sus frutos

*

en la mañana

una hilera de nubes

desciende a mi hogar

*

paloma al mediodía-

en un charco de nubes

tiembla al verme

*

un lirio muerto

y al enterrarlo

olor a lúcumas

*

cómo cambia…

en la madrugada,

un friecillo azul

*

nubes de otoño:

algodones azules

humedecen la luna

*

noche amarilla.

una pluma sostiene

 gotas de luz

*

cielo de otoño

-si miro intensamente-

nubes de otoño

*

garúa temprana.

las plantas quietas

bebiendo

*

tordillos:

se hinchan y brota

otoño dorado

*

amanece:

la niebla sobre edificios

refrescándolos

*

primera lluvia:

las bugambilias rojas

como en septiembre

*

época del pacae:

quieto en la oscuridad

recoge lluvia

*

luna nueva:

en la vereda advierto

puntos de garúa

 

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